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martes, 3 de septiembre de 2024

Leemos juntos

 Título: La Odisea

Autor: Homero

Resúmen

Cap. XI

Telémaco

En la ausencia de Ulises, numerosos pretendientes buscan casarse con la reina Penélope, ya que ella es la dueña de las riquezas del reino. Telémaco, demasiado joven e inexperto para hacer oír su voz en el gobierno de su reino, se queda sumido en la desesperación y la incertidumbre sobre el futuro de su familia.
Los comentarios sobre la desaparición de Ulises provienen de los propios pretendientes. Se toman la libertad de venir a comer y beber a la corte de Ulises todos los días, negándose a marcharse a pesar de las protestas de Telémaco. 
En esta oscura situación, Atenea decide ayudar a Telémaco y guiarle por el camino para encontrar a su padre.
Telémaco sigue las instrucciones de Atenea y prepara las provisiones para el viaje. 
Telémaco le pidió a la nodriza que no le dijera nada a su madre hasta que se haya alejado y ella prometió obedecer. Cuando la noche envolvió la Tierra en su manto negro, la diosa Atenea fue a buscar a Telémaco y lo condujo hasta la nave.
Al día siguiente desembarcaron en una isla donde sus habitantes los recibieron muy bien, pero no supieron darles noticias de Ulises.
Mientras tanto en Itaca, los pretendientes de la reina echaban de menos al príncipe, imaginaban que estaría de caza y aguardaban su regreso. Penélope que no sabía nada del viaje, se inquietaba y lloraba por no tenerlo cerca.
Mientras los nobles se hallaban jugando delante del palacio, llegó el hombre que había proporcionado el navío a Atenea, quien para pedírselo había tomado la forma de Telémaco, y dijo:
_¿Todavía no a vuelto Telémaco? Necesito emprender un viaje y es preciso que me devuelva mi nave.
Con esto supieron los pretendientes de la reina que el príncipe se había embarcado y hacía varios días. Se enfurecieron los nobles y se embarcaron para ir en busca de Telémaco, al que pensaban matarlo.
Penélope enterada de lo que ocurría, lloraba y reprochaba a sus esclavas por no haberla informado del viaje de su hijo. Entonces la anciana nodriza le dijo:
_Sólo debes reprocharme a mí y hasta matarme. Yo sabia la intención del príncipe, pero él me obligó a que no te diría nada para no verla sufrir. No temas que la diosa Atenea lo acompaña y cuida de él.
Mientras los pretendientes de la reina, avanzaban en una nave armados y dispuestos a dar muerte al joven príncipe. Desembarcaron en una isla por donde deberían pasar todas las naves que volvían a Ítaca y allí aguardaron a que llegara Telémaco.



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